Hola, hoy no te he traído rosas, tampoco chocolates, y mucho menos algún libro que pudiera inspirar tantas pasiones como lo que has podido liberar alguna vez.
Se que no esperas nada de mi, ello te lo agradezco, pues la inhumanidad de mi condición me lleva a pensar en todos esos pequeños momentos en las que he podido dar algo alguien y así de tan pocas ocasiones es que logro autodefinirme.
¡No!, no te he traído algún tipo de paradoja, no te he traído algún cuentillo o poema para ofrecértelo ni para mencionártelo, hoy no te voy dar/contar más de lo que he estado preparando hace tiempo atrás: la LIBERTAD que tanto nos cuesta aceptar.
Tampoco te he traído –si así lo piensas—una invitación al gramado, tampoco una canción o algún malestar que luego terminaremos evaporándolo como aquellas ocasiones de tantas cajetillas compartidas.
Aquí con la tibieza de mi ser voy a darte algo que se nos podrá salvar de toda esa rara cuestión de la monotonía, de las molestos momentos, de las arduas tareas que nos traerá el futuro. No es un beso, un abrazo, ni una caricia…mis pensamientos hoy se concretizaran, y se que eso de alguna manera te rozara mas que mis cansadas manos, mas que mis caricias, mis besos y mis abrazos.
Se que el estado de embriagues será excusa para evitar tu dolor, se que podremos lastimarnos, pero la libertad nos compensará, nos dará una serie de caminos…como en la que alguna vez te invite a caminar.
Sé que extrañare lo mucho compartido, se que podría darte un beso de despedida…pero lo prefiero evitar, hoy mis pensamientos se concretizaron y yo tan desgastado buscare nuevos caminos en la frialdad de la noche…
Los pitillos ya ni tienen efecto.
